CONSIGNA NARRATIVA

 CONSIGNA NARRATIVA

• Consigna: A partir de la lectura de los cuentos breves de Cristian Biliardi, encontrar 5 momentos de "quiebre" o pérdida (propios o que les hayan contado o que hayan presenciado), puede tener que ver con una muerte, una separación, dejar atrás algo, una enemistad, etc. Contar uno de ellos en un cuento/texto narrativo de una carilla. Atender sobre todo al uso de la elipsis (lo que no se cuenta) y a los detalles significativos. 

"Las cosas como están" - Cristián Billardi 


Es una recopilación de ocho volúmenes de cuentos que se caracterizan por retratar el instante previo a un punto de quiebre. Billardi nos muestra, a través de narradores brillantes como fuertes, la forma en que las relaciones se resecan hasta acabarse: el principio de un final. 
Aquí podemos hallar hasta 5 momentos de "quiebre" o pérdida constante, se van desarrollando hasta culminar en el final donde los vínculos se desvanecen. Voy a hacer una breve explicación de los mismos:
En "Mailing", vemos una narración en primera persona sobre su vínculo con una mujer que está próximo a finalizar. 
En "Uno Menos" podemos ver cómo un hombre pierde a su mujer enferma que se encontraba en un estado muy crítico de salud. Aquí vemos implicado un factor como el clima.
En "Las cosas como están", otro cuento dentro del libro, vemos nuevamente como en el primer cuento problemas de pareja pero en éste caso se hace hincapié en el recuerdo de los buenos momentos vividos juntos. 
En "Las Focas" hay nuevamente conflictos en el matrimonio, en la pareja, el clima se ve implicado y una comparación con la foca. La narrativa es en diálogo y la pelea tiene que ver con la ex-pareja de uno de ellos.
En "Nochebuena" la situación ocurre durante las fiestas, en Navidad concretamente. Saliendo absolutamente del plano amor y parejas, en este cuento predominan los conflictos familiares, de intereses y personales. 

• Cuento:
 
Relacionado al cuento "Las cosas como están" dentro del cuento también llamado "Las cosas como están".

"APRENDER"


Siempre me ha gustado verte aprender. De mí, de vos, de la vida. Con tus libros y apuntes de japonés. Todo me ha siempre encantado de vos. Verte a altas horas de la noche jugando algo en tu computadora o consola. 
Verte mirando las estrellas, la luna. el cielo azul. Aprendiendo a quererme. Aprendiendo a aceptarme. Aprendiendo a entender mi realidad.
Podría arriesgarme y confesarte que todavía te sigo amando, después de todo este tiempo. Con tus defectos, a pesar de los malos momentos. 
Que lo volvería a intentar.
Me encantaría poder tomarte nuevamente de la mano, y que crucemos juntos una calle. Tomarte por detrás y abrazarte. Sorprenderte con un beso y regalarte una y mil sonrisas.
Por vos volvería a correr bajo la lluvia hasta tu hogar. 
Cumpliendo mi palabra.
Extraño tantas cosas de vos. De nosotros.
Es triste, pero ambos sabemos que separados estamos mejor. 
Es tonto decir esto, sabiendo que no recibiré nada a cambio, más que alguna mirada rara. Sé que ya no te intereso en absoluto. Por lo cual, no escribo esto para obtener algo a cambio. 
Aún recuerdo nuestra última noche juntos, donde traté de cosechar el poco amor que aún me tenías. 
Esa noche fatal, de desesperación y malentendidos. Donde tampoco supe reconocerte por la mañana. 
Lo que sí supe reconocer fueron mis sentimientos. Más fuertes que nunca. 
Saliendo a flote en un mar con mucho oleaje y con tormenta.
Me quedo con los buenos momentos. 
Me gusta recordarte durmiendo a mi lado.
Muchas veces fingía dormirme para que te duermas, y así observarte un rato mientras descansabas.
Me quedaba admirando tu belleza física. Tu piel, porosa pero suave. Blanco, con algunos lunares y rojeces. Nariz bonita. Ojos grandes y café, como tu cabello. Algo regordete, pero apretable por todos lados. Reconfortante compañía.  Sentir tu piel junto a la mía. Tu calor. Recostarme sobre tu pecho y que tu brazo me entrelace junto a vos. Uñas algo largas, dedos cortos pero manos grandes. Que lucían nuestro anillo tan preciado hace tan solo meses. 
Apreciaba tanto tu presencia. Tu cariño. Tu voz. Tus miradas. 
Cuando me hablabas de las cosas que iluminaban tu mirada. 
Coincidir, un milagro precioso. 
Todos esos buenos momentos escondían algo.
La tristeza de que, en el fondo, según vos, nunca funcionamos. 
Es irónico, puesto de que yo solía pensaba así antes. Antes de ser pareja.
Pensar que el pensamiento inicial terminó siendo el final también solo me hace estremecerme. 

 



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